Estos son los 7 cosas que podrías estar haciendo mal en tu rutina de skincare
Puede que tengamos una costosa y larga rutina de skincare y aún no veamos resultados, y nos lleguemos a preguntar ¿qué estoy haciendo mal? ¿por qué no hay mejora en el aspecto de mi piel? Puede que estés cometiendo comunes errores que no permiten que tu rostro luzca mejor, e incluso pueden provocar irritación, inflamación, acné, entre otros problemas.
Antes de todo es importante conocer nuestro tipo de piel y saber que hay productos que nos hacen mejor que otros dependiendo del tipo de piel que tengamos.
1. No desmaquillarse durante la noche
Este puede que sea uno de los errores más comunes, por la noche nuestra piel repara las células dañadas y repone la humedad, produciendo más de su propio sebo natural. Esta secreción aceitosa contiene nutrientes y ácidos grasos que ayudan a la piel a curarse, pero cuando se mezcla con maquillaje o suciedad puede tapar los poros y provocar nuevos brotes.
2. No hacer doble limpieza
Primero que todo ¿qué es la doble limpieza? En términos básicos, es limpiar tu rostro dos veces. La primera para quitar el maquillaje, idealmente con agua micelar o desmaquillante, la segunda vez para limpiar más a profundidad la piel y aprovechar de sacar los posibles restos de maquillaje o suciedad, en este paso se debe utilizar un limpiador facial.
3. No seguir el orden de los productos
El orden de aplicación es muy importante, puesto que de esta forma te aseguras de aprovechar al máximo las propiedades de los productos.
Existe una regla fácil y sencilla para aplicar los productos en nuestra rutina de skincare. Partimos por lo más ligero o de fórmula más delgada, como los limpiadores al más pesado o más espesos, como las cremas. Siguiendo la regla de:
Limpiador - Tónico - Suero - Hidratante - Protector solar.
Por ejemplo en los tratamientos como los serums/ampolletas/sueros, aseguramos que recibimos los ingredientes necesarios para contrarrestar distintas condiciones de la piel. Puesto que su fórmula es densa, al aplicarlo al comienzo de la rutina, no le permitimos al resto de los productos poder penetrar la piel y obtener los resultados de estos.
4. Sobre exfoliar la piel
En ocasiones es bueno exfoliar la piel puesto que así quitamos impurezas o pieles muertas que tenemos en el rostro, pero un error común es abusar de esta exfoliación pensando que así mejorará el aspecto de la piel. Realizar esto de forma excesiva puede dañar la barrera de la hidratación de la piel, lo que posteriormente puede provocar problemas de acné, irritación y aumento de sensibilidad.
Busca productos que se adapten a tu tipo de piel, y realiza la actividad máximo dos veces por semana, pero si tienes la piel sensible, sería recomendable hacerlo una vez por semana para no lastimar el rostro.
5. Saltarse la hidratación
Existe una idea errónea entre quienes tienen piel grasa de no necesitar de cremas hidratantes, pero lo cierto es que sin importar el tipo de piel, todas necesitan hidratación. Lo importante es buscar la crema que se adapte a tu tipo de piel.
6. No utilizar protector solar
Es importante saber que el protector solar no solo se aplica en los paseos a la playa o en el verano, es un producto que debe ir sobre tu piel todo el año. Además de ser el mejor antienvejecimiento, te protege contra el cáncer de piel.
7. Abusar físicamente de nuestra piel
Tallar el rostro con mucha presión puede provocar problemas como irritación, hiperpigmentación, hasta dermatitis de contacto. Debemos estar conscientes de los tipos de materiales que manejamos sobre el rostro, e intentar evitar aquellos que pueden ser muy rasposos o agresivos para la piel.
También hay que tener cuidado en cómo aplicamos las toallas o discos desmaquillantes y en cómo secamos el rostro, al querer hacerlo rápido tendemos a tironear la piel.
8. Tratar todas las áreas de la piel por igual
Hay que reconocer que las áreas del rostro son distintas, no todas se comportan de igual forma, la zona T tiende a ser más grasosa y brillante, mientras que las mejillas poseen más manchas por el sol. Existen productos específicos para cada área, que erróneamente se tienen que aplicar en todo el rostro. Por ello es importante reconocer qué producto nos estamos aplicando, para qué área está diseñado y lo más fundamental, si es o no para nuestro tipo de piel.