De pronto, nos vemos frente a una inédita crisis: pandemia. No podemos revolver el pasado para buscar parámetros de cómo abordarla porque nunca ha ocurrido; no de esta forma, ni en estas condiciones. Surge entonces la pregunta, ¿cómo cuidarnos?
No existe evidencia de los efectos de una pandemia como ésta en la salud integral de las personas, pero eso no hace falta para afirmar con total certeza que existen consecuencias, y que son significativas. Tampoco cabe duda de que podemos tomar acciones que nos ayuden a cuidarnos, y enfrentar mejor las consecuencias adversas de esta crisis mundial.
Viéndose amenazada la estabilidad de todos los sistemas, tenemos que adaptarnos rápidamente por cuestión de supervivencia. Es imperioso que, en esta adaptación, le demos un lugar importante al autocuidado.
El autocuidado, tal como su nombre lo indica, es el cuidarse a sí mismos. Como seres humanos nacemos más indefensos que cualquier otra especie, necesitamos muchos más cuidados para sobrevivir, y por mucho más tiempo. Pasada la infancia, cada vez vamos volviéndonos más capaces y responsables de nosotros mismos. Sin embargo, como seres sociales, siempre vamos a necesitar de otros, y el autocuidado también apunta a eso.
Implica cuidarnos física, emocional, social y cognitivamente. Con la pandemia ocurren dos procesos importantes a considerar en este ámbito. Por un lado, se vive una crisis que pone en riesgo la salud integral de las personas y aumenta la necesidad de cuidarnos, y, por otra parte, las estrategias que usualmente ponemos en práctica para hacerlo no son compatibles con este contexto.
En el ámbito de la salud mental, cada vez es más frecuente encontrar síntomas de estrés, depresión, insomnio, cuadros de ansiedad y /o angustia, entre otros. Éstos se explican fácilmente en este contexto por factores sociales como: amenaza a la salud, inestabilidad económica, duelo, desempleo, teletrabajo, aislamiento social, disminución de contacto físico, y de forma transversal, la necesidad de reinventar los diferentes aspectos de la vida cotidiana para adaptarnos a esta nueva vida, que nos exige hacer todas las cosas de una forma diferente.
Prácticas comunes de autocuidado como asistir a eventos sociales con amigos y familia, visitar espacios abiertos de naturaleza, y participar de actividades deportivas se han visto profundamente afectadas y es fundamental encontrar una forma en que puedan adaptarse y/o reemplazarse.
Las más importantes que hay que reinventar son las que implican contacto social, pues la necesidad de socialización es inherente a nuestra especie. La tecnología es hoy una gran aliada para transformar y crear formas de contacto, reuniones y eventos sociales; permitiéndonos aún en estas condiciones formar redes, y establecer y fortalecer vínculos.
También es sustancial preocuparnos de cuidar las interacciones presenciales que existan. Si hay personas con quienes no existan medidas de distancia física, recordar que cada abrazo desencadena una explosión de felicidad desde nuestro cerebro a todo nuestro cuerpo. Y si se evita el contacto físico de forma absoluta, darse un abrazo a uno mismo con amor tiene el mismo efecto.
Si bien es difícil establecer prácticas de autocuidado concretas comunes a estilos de vida diferentes, hay algunas recomendaciones generales que pueden tomarse en cuenta en cuanto al ámbito relacional:
- Aumenta el contacto físico afectivo, sea con uno mismo o con un ser querido. Tocar y ser tocado tiene múltiples beneficios.
- Incorpora en tu rutina semanal, al menos una práctica de autocuidado que se realice de forma colectiva, y en la cual se tenga contacto de forma frecuente con un grupo de personas. Puede ser una actividad deportiva, de aprendizaje o recreativa; que sea posible de realizar vía online.
- Incorpora en tu rutina una práctica de autocuidado que disfrutes y que realices a solas, puede ser por ejemplo un baño de tina, sesión de bordado, cuidado corporal, etc. Lo importante es que se haga de forma constante y con el único fin de cuidarse a sí mismos.
- Activa tus redes. Establecer contacto con diferentes grupos sociales de forma sistemática te ayudará a estar más conectado socialmente. Si con algunos grupos has perdido contacto, es un buen momento para retomarlo.
- Si sientes que no estás siendo capaz de sobrellevar esta crisis desde el punto de vista emocional, pide ayuda profesional. Cada vez hay más alternativas de diferentes terapias y profesionales que atienden vía online.
Activar nuestras diferentes relaciones sociales es un acto de autocuidado, porque cuidarnos, hoy más que nunca, es recíproco. Al cuidarnos, cuidamos.
Por último, la necesidad de reinventarnos entrega la posibilidad de cuestionar, repensar y modificar el estilo de vida que se lleva para trabajar en convertirlo en uno más sustentable, consciente, y saludable; y, por ende, más feliz. Aprovechar los nuevos significados y las diferentes oportunidades que existan de forma consciente e intencionada, es una forma de resguardar nuestra salud mental.
Constanza Bustos
Psicóloga
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